Hola de nuevo a todos. Hoy me gustaría hablar un poco de Coca-Cola. Hay
muchas cosas interesantes que se pueden comentar sobre la marca comercial más
popular del planeta: su logo, las campañas publicitarias que consiguieron
convertir a Papa Noel en un abuelete vestido de rojo, su cada vez más cercana
al monopolio cuota de mercado (Coca-Cola, Fanta, Nestea, Aquarius, Sprite, Powerade,
Burn, Nordic Mist, Limón&Nada,
Minute Maid, Aquabona…), etc. No obstante, considero que estos temas ya están
muy tratados y será muy difícil que aporte algo nuevo al debate.
Lo que sí que me gustaría hacer es profundizar un poco sobre algo más
actual y que da lugar a la reflexión: la última campaña de la empresa. Si eres
mínimamente observador, te habrás dado cuenta de que últimamente las latas de
Coca-Cola llevan nombres estampados en su superficie, casos de ello podrían
ser: “comparte una Coca-Cola con Cristina”, “comparte una Coca-Cola con Pedro”,
“comparte una Coca-Cola con Papa” y así hasta un total de 122 nombres que puedes
consultar aquí.
¿Ha sido esta campaña un éxito? A nivel de popularidad, sin duda. Creo que
no soy el único a quien se le ha llenado el Facebook de fotos de colegas con
las latas que llevan sus nombres. Pero, ¿por qué tanto ruido por una lata con
tu nombre? ¿Si Schweppes (por decir alguna) hubieses realizado esta misma
campaña, los resultados hubiesen sido los mismos? No lo creo, y es que el poder
de Coca-Cola es difícil de batir. Su inmensa popularidad hace que cualquier
acción que realicen goce de una repercusión bárbara. Pienso que existe una
cierta predisposición a asimilar lo que Coca-Cola nos quiera contar, que hace
que de entrada sus campañas se vean con buenos ojos por parte de los
consumidores. ¿Si no, por qué tanto alboroto por un nombre escrito en la lata?,
lo pongo con rotulador permanente y ya está. Pero no, no parece ser lo mismo.
Supongo que el hecho que aparezca tu nombre pintado ahí desde que la lata sale
de la fábrica, hace pensar que han pensado en ti, que te dan un trato mucho más
personal, ¡pero es que estamos hablando de Coca-Cola, el gigante internacional!
Sea como sea, ya han conseguido que miles de personas compartan su foto con
la lata en las redes sociales, dando una presencia en estos medios (que son los
que a día de hoy mueven el mundo, no nos engañemos), que no tiene ningún otro
productor de refrescos, potenciando su imagen de marca. La gente lo comparte porque le hace ilusión, le hace gracia
y le gusta sentir que tiene su momento de gloria. No lo hacen para darle
publicidad a Coca-Cola, aunque a la postre es como si lo fuera para ella.
También han conseguido decorar la habitación de muchos niños, que han
colocado la lata con su nombre en la estantería. Con esta práctica, Coca-Cola
se asegura la fidelización de sus clientes de por vida, y… ¿cuánto les ha
costado? nada. Indudablemente, la campaña cumple su propósito.
Mi compañero Joan compartiendo su lata en Facebook
Pero no es oro todo lo que reluce. Investigando un poco el tema, me topé
con
este artículo, el cual trata de ver los puntos oscuros de la campaña de la
que estamos hablando. Como siempre, ¿quién mejor que alguien que trabaja día a
día con el producto para opinar sobre él? En este caso, se trata del reponedor,
que algo del tema sabrá, ya que es él quien se encarga de las latas en el
súper.
Cuenta que la promoción lejos de aumentar las ventas, las disminuye. ¿Cómo
puede ser esto posible? Pues bien, desde que comenzó esta historia ha notado
como tiene que reponer menos palés de Coca-Cola y según nos cuenta se debe a la
actitud de los consumidores hacia la promoción. Desguazan los packs grandes de
supermercados buscando una lata con su nombre, dejando el conjunto inservible.
De manera que los habituales compradores de estos packs, optaran por llevarse
una cuantas latas en vez del pack completo, ya que su manejo es más sencillo y por tanto las ventas se ven resentidas. Así
pues, el hecho de que se queden las latas desperdigadas por los estantes
repercute en percepción que tienen los compradores respecto a la marca, que acaba dando una mala imagen.
Llegados a este punto me gustaría ir echando el cierre al artículo y sacar
algunas conclusiones. Me pregunto si la campaña se puede considerar un éxito.
Si lo comentas con la gente, lo normal es que te digan que sí, que Coca-Cola ha
triunfado “compartiendo” latas. Sin duda ha tenido una repercusión brutal que
ha relanzado la imagen de la corporación (si es que hacía alguna falta). No
obstante mi duda es si realmente la campaña era buena o la hemos hecho buena
los consumidores. Poner nombres en las latas no parece la idea más rebuscada
del mundo, seguro que a alguien se le había ocurrido antes, pero por algún
motivo u otro no lo había llevado a cabo. De alguna manera, y por resumirlo
todo muy rápido, diría que es una campaña normalita, pero que se ha magnificado
de una forma que no sé, si ni los de la misma Coca-Cola esperaban, gracias al
efecto suscitado en los compradores.
Siendo Coca-Cola una empresa colosal con unos beneficios astronómicos, ¿no
podríamos exigirle algo más? Pienso que siendo tan potente, la compañía se
podría permitir contratar los mejores publicistas y expertos en márketing y no
dudo que lo haga, pero como cliente creo que nos merecemos algo más, pienso que
podrían sorprendernos con cosas mucho más arriesgadas u originales.